La psoriasis es una enfermedad crónica autoinmune de la piel que se manifiesta de diversas maneras, dependiendo de la gravedad. A continuación, te contamos qué es la psoriasis, causas de su desarrollo, cuáles son los síntomas más frecuentes y cómo tratarla.
La psoriasis afecta a millones de personas de todo el mundo. Se trata de una enfermedad autoinmune y crónica de la piel, donde el ciclo de vida celular se encuentra acelerado. En las zonas de la piel sin psoriasis, el recambio celular ocurre alrededor de los 28 y 30 días. Mientras que, en las zonas con psoriasis, este recambio se acelera a un ciclo de 3 o 4 días.
Se la califica como autoinmune porque el sistema inmunológico de nuestro cuerpo ataca por error a las células sanas de la piel. Como resultado de esta defensa errónea se produce una inflamación e hiperproliferación de las células cutáneas. Las células T del sistema inmunológico se activan en exceso desencadenando inflamación y formación de placas elevadas, enrojecidas y escamosas.
También decimos que la psoriasis es una enfermedad crónica debido a su naturaleza autoinmune y predisposición genética. Estos dos factores convierten a esta enfermedad en crónica y recurrente.
Existen tratamientos que pueden calmar los síntomas y mejorar la apariencia. Sin embargo, puede surgir en momentos de estrés, mala alimentación o alteraciones en el tratamiento. Es importante tener presente que la psoriasis no es contagiosa.
La zona de la piel afectada por psoriasis se manifiesta con algunos cambios en su aspecto y sensibilidad dependiendo del avance de esta enfermedad.
La manifestación más común de la psoriasis es la aparición de placas elevadas en la piel. Estas placas suelen estar cubiertas de escamas plateadas o blancas y pueden aparecer en cualquier parte del cuerpo, aunque son más comunes en codos, rodillas, cuero cabelludo, espalda y áreas extensoras de las extremidades.
Una de las características más comunes de la psoriasis es la picazón intensa en las áreas afectadas, lo que puede ser muy molesto.
La gravedad de la psoriasis puede variar ampliamente, desde casos leves con algunas placas pequeñas hasta formas más graves que afectan gran parte de la piel.
Los brotes de psoriasis pueden estar relacionados con factores desencadenantes, como el estrés, las infecciones, el clima frío o el consumo de ciertos medicamentos.
La psoriasis se ha asociado con un mayor riesgo de desarrollar otras condiciones médicas, como artritis psoriásica, enfermedades cardíacas, diabetes y enfermedades del sistema inmunológico.
La psoriasis también puede afectar las uñas, causando cambios en su aspecto, como engrosamiento, decoloración o surcos.
En algunos casos, la psoriasis puede presentar pústulas llenas de pus, lo que se conoce como psoriasis pustulosa. Esta forma es menos común y puede ser más grave.
La psoriasis puede aparecer en áreas sensibles o delicadas, como los genitales, las axilas y el interior de la boca.
Algunas personas con psoriasis también desarrollan artritis psoriásica, que afecta las articulaciones y puede causar dolor e inflamación.
El tratamiento de la psoriasis varía según la gravedad y la extensión de las lesiones cutáneas, entre otros factores individuales de la enfermedad. Los enfoques terapéuticos pueden variar desde tratamientos tópicos hasta terapias sistémicas y biológicas. A continuación, te contamos las opciones de tratamiento para la psoriasis:
Para los tratamientos tópicos se recurre a la aplicación de los siguientes productos:
Los corticosteroides tópicos son comúnmente recetados para reducir la inflamación y aliviar los síntomas.
Estos medicamentos ayudan a regular el crecimiento de las células de la piel y a reducir la formación de placas.
Se utiliza en productos tópicos para ayudar a aliviar la picazón y reducir la inflamación.
Ayudan a reducir la inflamación y la descamación de la piel.
Estos medicamentos reducen la inflamación y se utilizan a menudo en áreas sensibles de la piel.
La exposición controlada a la luz ultravioleta (UVB) bajo supervisión médica puede ayudar a mejorar los síntomas de la psoriasis.
Medicamentos orales como metotrexato, acitretina o ciclosporina se utilizan en casos de psoriasis más graves.
Estos medicamentos actúan sobre el sistema inmunológico y se utilizan en casos graves y resistentes al tratamiento.
Generalmente, se combinan varios enfoques de tratamiento para abordar la psoriasis de manera efectiva.
Es importante tener en cuenta que el tratamiento de la psoriasis es un proceso individualizado, y lo que funcione para una persona puede no ser efectivo para otra. Además, los tratamientos pueden tener efectos secundarios, por lo que es fundamental trabajar en estrecha colaboración con un dermatólogo o médico especializado en la psoriasis para desarrollar un plan de tratamiento adecuado.
Además de los tratamientos médicos, el cuidado personal también es importante para el manejo de la psoriasis. Evitar factores desencadenantes, mantener la piel hidratada y protegerla del sol son algunas de las prácticas más recomendadas.
La gestión del estrés y un estilo de vida saludable también pueden contribuir a mejorar los síntomas de la psoriasis.